Cine

“Atrapen al Gringo” (2012)

Dir. Adrian Grunberg

Luego de haberse consólidado como una de las más grandes estrellas de cine durante los años 80s y 90s, el actor australiano Mel Gibson se perfilaba para dejar su huella también como director con la realización de su drama de época “Apocalypto” en el año 2006, con la que esperaba volver a conseguir el éxito que diez años atrás obtuvo con “Braveheart”. Sin embargo, ese mismo año cayó en un gran bache de publicidad negativa en la que su vida personal y conducta errática quedaron a la luz de los reflectores. Tras esta serie de escándalos, se pensaba que la carrera de Gibson se había acabado; sin embargo, poco a poco el australiano ha ido reconstruyendo su vida y carrera con una serie de participaciones en filmes más modestos. “Get the Gringo”, del director Adrian Grunberg, marca no sólo el retorno de Gibson como escritor y productor, sino también es un retorno de aquel tipo de personaje con el que cautivó a Hollywood: el de bastardo rudo pero adorable.

“Get the Gringo” (ó “Atrapen al Gringo”) comienza con una persecución en la frontera de Estados Unidos y México, en la que la policía norteamericana persigue a dos sospechosos en un auto. Los criminales escapan atravezando el muro, pero para su mala suerte son recibidos por la policía mexicana, quienes al ver el dinero robado, prefieren arrestar a los criminales de ellos e ignorar a los norteamericanos. Sin embargo, uno de los criminales ha sobrevivido, el conductor (Mel Gibson), por lo que, decididos a quedarse con el botín, los policías lo mandan encarcelar en “El Pueblito”, una prisión local donde el crimen es realmente quien manda. Dentro de “El Pueblito”, el conductor gringo es recibido con una golpiza, aunque pronto comienza a adaptarse al ambiente, decidido a salir y recuperar su dinero. En la prisión se hace amigo de un muchacho (Kevin Hernández), hijo de una de las reas (Dolores Heredia), quienes le ayudarán a planear su venganza.

Como se mencionó anteriormente, el guión es del mismo Gibson, en conjunto con Stacy Perskie y el director Adrian Grunberg (quien por cierto fungiera como director asistente de Gibson en “Apocalypto”), quienes orquestan una cinta de acción donde lo que comienza siendo una búsqueda de venganza se convierte en un viaje de descubrimiento por parte del bandido protagonista. Es decir, “Get the Gringo” es en cierta forma un regreso a aquel tipo de películas de acción donde el australiano interpretaba hombres rudos e imperfectos, pero dotados de una cierta nobleza interior. El tema de la prisión mexicana le da a la historia un toque de “pez fuera del agua” en el que el criminal gringo debe enfrentarse al status quo establecido por el gangster Javi (Daniel Giménez Cacho). Es interesante que aunque la trama no muestra una buena cara de México, tampoco se detiene al mencionar que en Estados Unidos se vive exactamente con la misma corrupción, solo que disfrazada.

Ahora bien, esto no significa que “Get the Gringo” sea un estudio muy serio sobre la corrupción y el crimen en ambos países, al contrario, la cinta de Adrian Grunberg no pretende ser más que un thriller lleno de acción, balazos y un muy atinado toque de humor negro. Lo que Grunberg maneja en “Get the Gringo” es un desparpajo y un cinísmo que le dan una identidad propia a su película (tan desparpajado que de hecho, el título original era “How I spent my summer vacation”), pues le permite construir su cinta alrededor de un antihéroe que por muy noble que parezca no deja de ser de la misma calaña que los demás reos. La cámara del cinefotógrafo Benoît Debie (responsable entre otras cosas de “Enter the Void” de Gaspar Noé) se mueve ágilmente entre las paredes de “El Pueblito”, prisión que hace honor a su nombre y se ha convertido en una comunidad que vive al amparo de la corrupción. Debie hace un trabajo sencillo, pero realmente notable.

Sin embargo, no es en lo visual donde “Get the Gringo” destaca, sino en las actuaciones de su elenco, el cual por cierto está compuesto principalmente por actores mexicanos de gran calidad. Pero comencemos por Mel Gibson, quien como el Gringo del título se muestra de nuevo en el tipo de papeles que mejor le van, pues el rol de bandido le permite explotar su carisma natural y gran presencia escénica. Podrá ser muchas cosas en la vida real, pero en el lo que concierne al cine, no deja de ser bueno ver esta fasceta de Gibson en pantalla de nuevo. Pero la revelación es sin duda el joven Kevin Hernandez, quien como el Chico hace un gran trabajo y complementa muy bien al personaje de Gibson. La mexicana Dolores Heredia muestra su talento como la madre del Chico, y aunque su personaje podría ser mejor desarrollado, es interesante ver a una mujer madura como interés romántico en vez de una actriz más joven.

El elenco de soporte también cuenta con buenas actuaciones, destacando principalmente Daniel Giménez Cacho y Jesús Ochoa como los hermanos que dominan la vida criminal de la prisión. Buenas también son las apariciones de Mario Zaragoza como el oficial fronterizo que detiene al Gringo, y Peter Stormare como un no muy brillante gangster norteamericano. Sin embargo, sus participaciones quedan un poco minimizadas dentro de la multitud de personajes que cohabitan la historia. Y este es el principal problema de “Get the Gringo”: varias subtramas quedan resueltas un tanto superficialmente y la cronología de los eventos que se desarrollan en ese último tercio de película es bastante confusa, por no decir incongruente. Es decir, eventos que en teoría ocurren al mismo tiempo parecieran no hacerlo por un problema del ritmo en que ambos eventos ocurren (mientras uno involucra una secuencia lentísima en Estados Unidos, el otro lleva un ritmo frenético en México).

Grave error del director Adrian Grunberg que mancha a una muy entretenida película de acción que recupera muy bien el estilo de aquellas cintas que Gibson protagonizara en los 90s (“Payback” siendo quizás la más obvia referencia). Ágil, divertida y sin pretenciones, “Get the Gringo” es un irreverente thriller de acción que aunque toma una tema un tanto típico (la amistad entre un bandido y un niño), le da un giro fresco al tomar el tema de las diferencias entre los Estados Unidos y México. Y curiosamente, aunque la cinta no es nada seria al respecto, ese desparpajo con el que Grunberg ha construido su modesta cinta le permite algo decir muy claramente un mensaje bastante interesante: en el fondo ambos países son muy parecidos.


J Luis Rivera

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *

Este sitio usa Akismet para reducir el spam. Aprende cómo se procesan los datos de tus comentarios.